Había una vez una niña llamada Jinnete, pero todos la llamaban "Jinn". Jinn era rubia, como el oro puro, unos ojos cristalinos y unas mejillas sonrosadas. Era un hada de colores vivos, era el hada de la Navidad.
El día 24, la víspera de Navidad, en medio de un gélido bosque, se encontró a un cervatillo herido. Se lo llevó a casa.
Vivía con su madre porque su padre trabajaba fuera. Para que la madre no lo viera , lo escondió en el sótano. Llegó la hora del desayuno, la comida más importante del día. Puso en la encimera un tazón lleno de leche. Se dio la vuelta para coger unos cereales, y cuando se volvió vio el tazón vacío y la boca del ciervo llena de leche.
Al final, el hada tuvo que trabajar para alimentar al ciervo. El día 6 de Enero le concedieron los poderes. Entonces, le dio el ciervo a Papá Nöel y se convirtió en Rudolf.
Por Celeste Cárdenas López
Por Celeste Cárdenas López